lunes, 30 de abril de 2007

Que pérfidas las musas

Estoy mirando una foto antigua, borrosa, desenfoncada, en la que apenas se te ve. Y pienso en cómo tendrás ahora el pelo, en cómo habrás cambiado. Y recuerdo tu sonrisa inocente que un día fue mía.
Nuestra.
En cómo encerraba todo aquello que yo deseaba: tf.

Recuerdo las charlas en el paseo, recuerdo el dulce sabor del ponche, recuerdo el olor de tu jardín.

Mis caricias en tu brazo, tus arrumacos, ese "¡bailamos!" y todo lo que vino después.

En ese camino que hicimos a solas con la luna, en el que fuí muy incrédulo, en el que me diste seguridad: porque no había más luz que la de tus perlas, aunque estuviéramos bajo una lluvia de estrellas.

Y no parar de hablar, ni de reír, ya fuera en las fiestas de un pueblo, en la piscina, camino de un bar, en alguna casa o en la parte de atrás de un coche.

Y quiero volver a oírte, no tanto por tu acento, ni por tu boca, sino por tu forma de decir las cosas.
Y volver a saber de ti, conocer cómo te va, saber que todo está bien y que aún quedas cosas por las que brindar.

Y me cabrea, pensar que ahora todo eso va a ser mucho más díficil, que el grupo se ha roto, que cada uno va por su lado y que sólo nos juntamos dos veces al año.

Pero... lo que realmente siento es que, añorar el pasado es correr tras el viento.

A escondidas has vuelto a sonreír.
Recordarás las noches en el disco-bar
Lo recordarás

Recordarás la frescura de mi aliento
Los besos a escondidas
Lo recordarás